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¿Por qué es importante contar con una cobertura de daños a terceros?

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Introducción

Cuando se trata de proteger nuestro patrimonio y garantizar nuestra tranquilidad, un seguro siempre es una buena inversión. En el ámbito de los seguros generales, uno de los aspectos más importantes a considerar es la cobertura de daños a terceros. ¿Por qué? En este artículo vamos a profundizar en los motivos que hacen de esta cobertura un imprescindible en cualquier póliza de seguros.

Qué son los daños a terceros

Antes de entrar en materia, es importante aclarar qué se entiende por daños a terceros. En términos generales, se trata de los daños materiales y/o personales que una persona ajena al asegurado sufre por culpa o negligencia del mismo. Por ejemplo, un accidente de tráfico en el que el asegurado es el causante y otra persona (un tercero) resulta herida. También puede ser el caso de un escape de agua desde nuestro piso al de abajo, causando daños en la vivienda del vecino.

Por qué es importante contar con cobertura de daños a terceros

A continuación, vamos a ver algunos de los motivos que hacen de esta cobertura una necesidad en cualquier póliza de seguros:

1. Cubre los gastos de indemnización

Cuando alguien sufre un daño a manos de un tercero, el responsable debe hacerse cargo de las reparaciones o indemnizaciones correspondientes. Esto puede suponer una cantidad importante de dinero que, si no contamos con una cobertura específica, deberemos pagar de nuestro bolsillo. En cambio, con una póliza de seguros que incluya cobertura de daños a terceros, podemos estar seguros de que estas indemnizaciones estarán cubiertas.

2. Nos protege de imprevistos

Nadie está libre de cometer un error o tener un descuido que pueda causar daños a terceros. En estos casos, contar con una cobertura específica nos protege de posibles imprevistos y nos permite afrontar de manera más segura una situación de ese tipo.

3. Es obligatorio en algunos casos

En algunos ámbitos, la contratación de una cobertura de daños a terceros es obligatoria. Por ejemplo, en el caso de los vehículos a motor, esta cobertura es imprescindible para poder circular por las vías públicas. En caso de no contar con ella, pueden imponerse sanciones económicas o incluso la retirada del vehículo.

4. Tranquilidad para el asegurado

Saber que estamos protegidos en caso de provocar daños a terceros nos proporciona una gran tranquilidad. De esta manera, nuestra inversión en seguros se convierte en una garantía de protección frente a situaciones imprevistas que puedan poner en riesgo nuestro patrimonio.

Cómo funciona la cobertura de daños a terceros

Para entender mejor cómo funciona esta cobertura, es importante distinguir entre las dos modalidades más comunes:

Cobertura obligatoria

Como ya hemos mencionado, en algunos casos la contratación de una cobertura de daños a terceros es obligatoria. Este es el caso de los vehículos a motor, tanto coches como motos, que deben contar con una póliza que incluya esta cobertura para poder circular por las vías públicas. En este caso, la cobertura se activa cuando el asegurado es el responsable de los daños a un tercero. Por ejemplo, si el asegurado provoca un accidente de tráfico en el que otra persona resulta herida, las reparaciones médicas y los gastos derivados de la atención sanitaria correrán a cargo de la aseguradora.

Cobertura opcional

En otros casos, la cobertura de daños a terceros es opcional. Por ejemplo, en el ámbito de los seguros de hogar o negocio, esta cobertura no es obligatoria pero sí muy recomendable. En este caso, la cobertura se activa igualmente cuando el asegurado es el responsable de los daños a un tercero. En el caso de los seguros de hogar, esto puede incluir, por ejemplo, un escape de agua o una rotura de cristales en la vivienda vecina. En el caso de los seguros de negocio, puede tratarse de daños causados por un producto defectuoso o por la actividad que se desarrolla en el local.

Conclusiones

En conclusión, contar con una cobertura de daños a terceros es imprescindible en cualquier póliza de seguros. Los motivos son claros. En primer lugar, nos protege de posibles imprevistos y nos proporciona tranquilidad frente a situaciones que puedan poner en riesgo nuestro patrimonio. En segundo lugar, nos permite cumplir con la obligatoriedad de algunos ámbitos, como el caso de los vehículos a motor. Y, por último, nos protege de los gastos de indemnización que debemos afrontar en caso de provocar daños a terceros.